Haití vive uno de los episodios más sombríos de su historia reciente, con la masacre de al menos 180 personas, la mayoría de ellas ancianos, en un brutal ataque perpetrado durante el fin de semana en la capital, Puerto Príncipe. Los responsables de este crimen son miembros de pandillas que operan impunemente en el país caribeño, cuyo poder se ha incrementado tras la caída del gobierno central. Ante esto, la matanza ocurrió en el empobrecido barrio de Wharf Jérémie, en Cité Soleil, un área controlada casi por completo por las bandas. Los atacantes, liderados por Monel Felix, conocido como Mikano o Micanor, irrumpieron en la zona el viernes, secuestrando, torturando y asesinando a los residentes con pistolas, cuchillos y machetes. La mayoría de las víctimas tenían más de 60 años, y algunos jóvenes que intentaron proteger a los mayores también fueron asesinados. Según reportes de las organizaciones humanitarias, el líder de la banda habría actuado movido por una creencia en el vudú, convencido de que la muerte de su hijo había sido provocada por un maleficio lanzado por los ancianos del barrio. Como resultado, Mikano ordenó la ejecución de estos como un acto de venganza. La ONU, a través de su Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, condenó el ataque y señaló que estos hechos elevan a más de 5.000 las víctimas fatales de la violencia pandillera en Haití en lo que va del 2024.Estos últimos episodios elevan el número de muertos solo este año en Haití a una cifra asombrosa de 5.000 personas, indicó Türk. La masacre ha conmocionado al mundo, y la comunidad internacional ha exigido justicia. El gobierno de Haití, por su parte, ha condenado el ataque como unacto de barbarie y prometió actuar con dureza contra los responsables. El primer ministro interino, Alix Didier Fils-Aimé, aseguró que el gobierno movilizará todas sus fuerzas para capturar a los criminales y llevarlos ante la justicia. Ahora bien, este ataque es solo un episodio más de la creciente ola de violencia en Haití, donde las pandillas controlan gran parte del país. La inseguridad ha obligado a cientos de miles de haitianos a abandonar sus hogares y ha sumido a la nación en una crisis humanitaria sin precedentes. Finalmente, con la violencia fuera de control, Haití sigue enfrentando una crisis de seguridad y política que parece no tener fin, mientras el gobierno lucha por recuperar el control y garantizar la seguridad de su población.
Haití vive uno de los episodios más sombríos de su historia reciente, con la masacre de al menos 180 personas, la mayoría de ellas ancianos, en un brutal ataque perpetrado durante el fin de semana en la capital, Puerto Príncipe. Los responsables de este crimen son miembros de pandillas que operan impunemente en el país caribeño, cuyo poder se ha incrementado tras la caída del gobierno central. Ante esto, la matanza ocurrió en el empobrecido barrio de Wharf Jérémie, en Cité Soleil, un área controlada casi por completo por las bandas. Los atacantes, liderados por Monel Felix, conocido como Mikano o Micanor, irrumpieron en la zona el viernes, secuestrando, torturando y asesinando a los residentes con pistolas, cuchillos y machetes. La mayoría de las víctimas tenían más de 60 años, y algunos jóvenes que intentaron proteger a los mayores también fueron asesinados. Según reportes de las organizaciones humanitarias, el líder de la banda habría actuado movido por una creencia en el vudú, convencido de que la muerte de su hijo había sido provocada por un maleficio lanzado por los ancianos del barrio. Como resultado, Mikano ordenó la ejecución de estos como un acto de venganza. La ONU, a través de su Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, condenó el ataque y señaló que estos hechos elevan a más de 5.000 las víctimas fatales de la violencia pandillera en Haití en lo que va del 2024.Estos últimos episodios elevan el número de muertos solo este año en Haití a una cifra asombrosa de 5.000 personas, indicó Türk. La masacre ha conmocionado al mundo, y la comunidad internacional ha exigido justicia. El gobierno de Haití, por su parte, ha condenado el ataque como unacto de barbarie y prometió actuar con dureza contra los responsables. El primer ministro interino, Alix Didier Fils-Aimé, aseguró que el gobierno movilizará todas sus fuerzas para capturar a los criminales y llevarlos ante la justicia. Ahora bien, este ataque es solo un episodio más de la creciente ola de violencia en Haití, donde las pandillas controlan gran parte del país. La inseguridad ha obligado a cientos de miles de haitianos a abandonar sus hogares y ha sumido a la nación en una crisis humanitaria sin precedentes. Finalmente, con la violencia fuera de control, Haití sigue enfrentando una crisis de seguridad y política que parece no tener fin, mientras el gobierno lucha por recuperar el control y garantizar la seguridad de su población.