En las alturas del desierto de Atacama, un proyecto monumental está tomando forma que promete transformar nuestra comprensión del cosmos. El Observatorio Europeo Austral (ESO) está construyendo el Telescopio Extremadamente Grande (ELT), el telescopio óptico más grande del mundo, situado a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar en la cima de una montaña. Este colosal ojo en el cielo está diseñado para ofrecer una visión del universo con una precisión y detalle sin precedentes, y se espera que comience a operar en 2028. El ELT se erige no solo como un desafío de ingeniería, sino como un esfuerzo global que involucra a numerosos países y miles de científicos e ingenieros. Con un espejo primario de 39 metros de diámetro, compuesto por 798 segmentos hexagonales, el telescopio podrá captar 100 millones de veces más luz que el ojo humano. Esta capacidad permitirá a los astrónomos observar objetos celestes jamás detectados y estudiar fenómenos cósmicos con más claridad. En el corazón del ELT se encuentran algunos de los espejos más avanzados jamás fabricados. El espejo principal, conocido como M1, destaca por su tamaño y precisión. Este espejo, de 39 metros de diámetro, está formado por 798 segmentos que operan como un único espejo monolítico. Su capacidad para captar 100 millones de veces más luz que el ojo humano es esencial para observar los objetos más distantes y tenues del universo. Además, el M1 se ajusta con una precisión 10.000 veces superior al grosor de un cabello humano, garantizando una imagen nítida y detallada. Otro componente crucial es el espejo M4, el mayor espejo deformable construido hasta la fecha. Este espejo tiene la capacidad de cambiar su forma 1.000 veces por segundo para corregir distorsiones causadas por la atmósfera y las vibraciones del telescopio. Compuesto por seis pétalos de un material vitrocerámico extremadamente delgado, M4 asegura que las imágenes capturadas sean lo más nítidas posible, eliminando distorsiones que podrían afectar los datos científicos. El Dr. Luis Chavarría, astrónomo del ESO en Chile, compara la llegada del ELT con el impacto del telescopio de Galileo hace 400 años, sugiriendo que podría suponer un cambio de paradigma en nuestra percepción del universo. Mientras tanto, en Alemania, el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica está desarrollando una tecnología radicalmente diferente pero igualmente revolucionaria: el espejo cuántico. En 2020, los científicos lograron hacer que una capa de solo 200 átomos se comportara colectivamente como un espejo, y en 2023 crearon un interruptor cuántico que controla si los átomos actúan como transparentes o reflectantes. Este avance tiene el potencial de revolucionar la tecnología cuántica, con aplicaciones en redes cuánticas y almacenamiento de información a prueba de piratas informáticos. Paralelamente, en Alemania, la empresa Zeiss está perfeccionando espejos ultrafinos para máquinas de litografía ultravioleta extrema (EUV), esenciales para la fabricación de chips informáticos avanzados. Estos espejos reflejan la luz en longitudes de onda extremadamente pequeñas, permitiendo una precisión sin precedentes en la creación de circuitos diminutos. Según el Dr. Rohmund de Zeiss, para 2030 se espera fabricar microchips con un billón de transistores, un avance significativo respecto al estándar actual y que promete impulsar innovaciones en inteligencia artificial y procesamiento de datos. En palabras de Davide Deiana, subdirector del sitio de ESO, el ELT es comparable al Coliseo de Roma: Es como el propio Coliseo de Chile . Este proyecto no solo marca un hito en la exploración astronómica, sino que también destaca el papel de la tecnología de vanguardia en el avance tanto de la ciencia como de la industria.
En pleno Desierto de Atacama, seis mil tanques de agua sellados recibirán impactos de astropartículas cargadas con valiosa información sobre el centro de la Vía Láctea, agujeros negros y otros fenómenos violentos del Universo. Este no es un relato de ciencia ficción, sino la más reciente iniciativa astronómica anunciada para su instalación en Chile. El Observatorio de Rayos Gamma Cósmicos SWGO (Southern Wide-field Gamma-ray Observatory) comenzará su construcción en 2026 en el Parque Astronómico Atacama, un área gestionada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). El consorcio internacional de países fundadores incluye a Alemania, Argentina, Brasil, Italia, México, Portugal, Reino Unido, República Checa y Estados Unidos. Chile estará representado por cerca de treinta científicos de diversas disciplinas, provenientes de once universidades nacionales. La ministra de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Aisén Etcheverry, fue quien hizo el anuncio oficial. “Cada día vemos a escuelas desarrollando proyectos Explora o profesores que motivan a los estudiantes a hacerse preguntas y sumergirse en la ciencia y la tecnología. Y no hay nada que fascine más, tanto a niños como a adultos, que la astronomía, especialmente cuando se explica el potencial de las infraestructuras que se están instalando en Chile, capaces incluso de ayudarnos a descubrir el origen del Universo”, afirmó. La ministra también subrayó los beneficios económicos que trae consigo este tipo de iniciativas. “Estamos hablando de una inversión cercana a los 60 millones de dólares, que se suma a otros proyectos de envergadura como el ELT o el Vera Rubin. Además, esto tiene un impacto económico en sectores relacionados, como la próxima Cumbre Astronómica Internacional que Chile acogerá en 2030, donde tres mil científicos visitarán el país, beneficiando al turismo, a la industria tecnológica chilena y al prestigio de la ciencia nacional. Es como albergar los Juegos Olímpicos de la astronomía”. Un mapa del cielo sin telescopios ni antenas A diferencia de los observatorios ya establecidos en Chile, el SWGO no utilizará telescopios o antenas para recopilar datos astronómicos. En su lugar, se servirá de tanques de agua sellados para detectar rayos gamma de energía extremadamente alta, producidos por algunos de los eventos más violentos del Universo, como agujeros negros, estrellas de neutrones, explosiones de rayos gamma y supernovas. Aunque este tipo de radiación no alcanza la superficie terrestre, los detectores del SWGO captarán partículas secundarias que, al ingresar en los tanques de agua, generarán radiación registrada por fotodetectores en su interior. Al analizar estas cascadas de partículas con múltiples unidades detectoras al mismo tiempo, cada rayo gamma podrá ser rastreado hasta su fuente cósmica, permitiendo así crear un mapa detallado del cielo. El lugar escogido para la instalación del observatorio se encuentra en Pampa La Bola, dentro del Parque Astronómico de Atacama, a 4.770 metros sobre el nivel del mar, en la Región de Antofagasta. Tras tres años de evaluación, que incluyó sitios candidatos en Argentina, Chile y Perú, el potencial científico, la ubicación geográfica, la infraestructura existente y el apoyo de las autoridades locales y nacionales fueron factores decisivos en la elección de Chile como sede. El fuerte respaldo de las instituciones chilenas fue fundamental para esta decisión. Materia oscura Claudio Dib, académico de la Universidad Técnica Federico Santa María y representante del SWGO en Chile, destaca que este será el primer observatorio de rayos gamma que estudiará el cielo del sur: “Esto es crucial desde el punto de vista científico porque una de las principales fuentes de rayos gamma son los centros galácticos, y el centro galáctico más cercano es el de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, que solo se puede observar desde el hemisferio sur. Además, este proyecto permitirá estudiar tanto los fenómenos más grandes del Universo como la naturaleza de la materia a escalas subatómicas. Por ejemplo, aunque sabemos que existe materia oscura en el Universo, aún desconocemos su composición. Podría ser que cuando esa materia colisione, emita rayos gamma, lo que nos permitirá detectarla de forma complementaria a los grandes experimentos de partículas, como los que realiza el CERN”. Alejandra Pizarro, directora nacional de ANID, subrayó la importancia del Parque Astronómico Atacama como sede del observatorio: “No es casualidad que el Estado haya invertido en conocimiento, investigación, ciencia y tecnología durante todos estos años. Nuestro parque, administrado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, acogerá este ambicioso proyecto, que involucra a 14 países y una financiación de 60 millones de dólares”. César Ocampo, gerente general del Parque, enfatiza que la principal ventaja del sitio es su protección, lo que permite albergar proyectos a largo plazo. “Nuestra misión es proporcionar la infraestructura necesaria porque todos estos proyectos requieren energía, comunicaciones, fibra óptica”, explicó. Desde Michigan, Estados Unidos, Petra Huentemeyer, vocera del SWGO, confirmó que la elección de Chile como sitio de instalación cumple con los “principios de sitios responsables”. “Para nosotros es fundamental contar con el compromiso y el respaldo de las comunidades locales donde estamos construyendo, ya que en Estados Unidos hay una gran conciencia sobre estos temas”, afirmó. Las instituciones chilenas que han manifestado su interés en colaborar incluyen a universidades como Chile, Antofagasta, La Serena, Metropolitana de Ciencias de la Educación, Andrés Bello, Adolfo Ibáñez, Técnica Federico Santa María y del Bío-Bío. También se suman científicos de otras universidades como la Católica del Norte, Santiago, Finis Terrae, además del Centro Científico Tecnológico de Valparaíso, el Centro CATA, Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines y el Instituto SAFIR, un Instituto Milenio de física de partículas. Bruno Dias, presidente de la Sociedad Chilena de Astronomía (SOCHIAS), destacó el logro que representa para Chile: “Al final de esta década, seremos el epicentro mundial de la astronomía en términos de telescopios ópticos e infrarrojos, concentrando la mayor capacidad astronómica del mundo. Para ilustrar, en los últimos 10 años hemos triplicado el número de universidades en Chile que realizan investigación astronómica, y esto seguirá creciendo”.
En las alturas del desierto de Atacama, un proyecto monumental está tomando forma que promete transformar nuestra comprensión del cosmos. El Observatorio Europeo Austral (ESO) está construyendo el Telescopio Extremadamente Grande (ELT), el telescopio óptico más grande del mundo, situado a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar en la cima de una montaña. Este colosal ojo en el cielo está diseñado para ofrecer una visión del universo con una precisión y detalle sin precedentes, y se espera que comience a operar en 2028. El ELT se erige no solo como un desafío de ingeniería, sino como un esfuerzo global que involucra a numerosos países y miles de científicos e ingenieros. Con un espejo primario de 39 metros de diámetro, compuesto por 798 segmentos hexagonales, el telescopio podrá captar 100 millones de veces más luz que el ojo humano. Esta capacidad permitirá a los astrónomos observar objetos celestes jamás detectados y estudiar fenómenos cósmicos con más claridad. En el corazón del ELT se encuentran algunos de los espejos más avanzados jamás fabricados. El espejo principal, conocido como M1, destaca por su tamaño y precisión. Este espejo, de 39 metros de diámetro, está formado por 798 segmentos que operan como un único espejo monolítico. Su capacidad para captar 100 millones de veces más luz que el ojo humano es esencial para observar los objetos más distantes y tenues del universo. Además, el M1 se ajusta con una precisión 10.000 veces superior al grosor de un cabello humano, garantizando una imagen nítida y detallada. Otro componente crucial es el espejo M4, el mayor espejo deformable construido hasta la fecha. Este espejo tiene la capacidad de cambiar su forma 1.000 veces por segundo para corregir distorsiones causadas por la atmósfera y las vibraciones del telescopio. Compuesto por seis pétalos de un material vitrocerámico extremadamente delgado, M4 asegura que las imágenes capturadas sean lo más nítidas posible, eliminando distorsiones que podrían afectar los datos científicos. El Dr. Luis Chavarría, astrónomo del ESO en Chile, compara la llegada del ELT con el impacto del telescopio de Galileo hace 400 años, sugiriendo que podría suponer un cambio de paradigma en nuestra percepción del universo. Mientras tanto, en Alemania, el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica está desarrollando una tecnología radicalmente diferente pero igualmente revolucionaria: el espejo cuántico. En 2020, los científicos lograron hacer que una capa de solo 200 átomos se comportara colectivamente como un espejo, y en 2023 crearon un interruptor cuántico que controla si los átomos actúan como transparentes o reflectantes. Este avance tiene el potencial de revolucionar la tecnología cuántica, con aplicaciones en redes cuánticas y almacenamiento de información a prueba de piratas informáticos. Paralelamente, en Alemania, la empresa Zeiss está perfeccionando espejos ultrafinos para máquinas de litografía ultravioleta extrema (EUV), esenciales para la fabricación de chips informáticos avanzados. Estos espejos reflejan la luz en longitudes de onda extremadamente pequeñas, permitiendo una precisión sin precedentes en la creación de circuitos diminutos. Según el Dr. Rohmund de Zeiss, para 2030 se espera fabricar microchips con un billón de transistores, un avance significativo respecto al estándar actual y que promete impulsar innovaciones en inteligencia artificial y procesamiento de datos. En palabras de Davide Deiana, subdirector del sitio de ESO, el ELT es comparable al Coliseo de Roma: Es como el propio Coliseo de Chile . Este proyecto no solo marca un hito en la exploración astronómica, sino que también destaca el papel de la tecnología de vanguardia en el avance tanto de la ciencia como de la industria.
En pleno Desierto de Atacama, seis mil tanques de agua sellados recibirán impactos de astropartículas cargadas con valiosa información sobre el centro de la Vía Láctea, agujeros negros y otros fenómenos violentos del Universo. Este no es un relato de ciencia ficción, sino la más reciente iniciativa astronómica anunciada para su instalación en Chile. El Observatorio de Rayos Gamma Cósmicos SWGO (Southern Wide-field Gamma-ray Observatory) comenzará su construcción en 2026 en el Parque Astronómico Atacama, un área gestionada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). El consorcio internacional de países fundadores incluye a Alemania, Argentina, Brasil, Italia, México, Portugal, Reino Unido, República Checa y Estados Unidos. Chile estará representado por cerca de treinta científicos de diversas disciplinas, provenientes de once universidades nacionales. La ministra de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Aisén Etcheverry, fue quien hizo el anuncio oficial. “Cada día vemos a escuelas desarrollando proyectos Explora o profesores que motivan a los estudiantes a hacerse preguntas y sumergirse en la ciencia y la tecnología. Y no hay nada que fascine más, tanto a niños como a adultos, que la astronomía, especialmente cuando se explica el potencial de las infraestructuras que se están instalando en Chile, capaces incluso de ayudarnos a descubrir el origen del Universo”, afirmó. La ministra también subrayó los beneficios económicos que trae consigo este tipo de iniciativas. “Estamos hablando de una inversión cercana a los 60 millones de dólares, que se suma a otros proyectos de envergadura como el ELT o el Vera Rubin. Además, esto tiene un impacto económico en sectores relacionados, como la próxima Cumbre Astronómica Internacional que Chile acogerá en 2030, donde tres mil científicos visitarán el país, beneficiando al turismo, a la industria tecnológica chilena y al prestigio de la ciencia nacional. Es como albergar los Juegos Olímpicos de la astronomía”. Un mapa del cielo sin telescopios ni antenas A diferencia de los observatorios ya establecidos en Chile, el SWGO no utilizará telescopios o antenas para recopilar datos astronómicos. En su lugar, se servirá de tanques de agua sellados para detectar rayos gamma de energía extremadamente alta, producidos por algunos de los eventos más violentos del Universo, como agujeros negros, estrellas de neutrones, explosiones de rayos gamma y supernovas. Aunque este tipo de radiación no alcanza la superficie terrestre, los detectores del SWGO captarán partículas secundarias que, al ingresar en los tanques de agua, generarán radiación registrada por fotodetectores en su interior. Al analizar estas cascadas de partículas con múltiples unidades detectoras al mismo tiempo, cada rayo gamma podrá ser rastreado hasta su fuente cósmica, permitiendo así crear un mapa detallado del cielo. El lugar escogido para la instalación del observatorio se encuentra en Pampa La Bola, dentro del Parque Astronómico de Atacama, a 4.770 metros sobre el nivel del mar, en la Región de Antofagasta. Tras tres años de evaluación, que incluyó sitios candidatos en Argentina, Chile y Perú, el potencial científico, la ubicación geográfica, la infraestructura existente y el apoyo de las autoridades locales y nacionales fueron factores decisivos en la elección de Chile como sede. El fuerte respaldo de las instituciones chilenas fue fundamental para esta decisión. Materia oscura Claudio Dib, académico de la Universidad Técnica Federico Santa María y representante del SWGO en Chile, destaca que este será el primer observatorio de rayos gamma que estudiará el cielo del sur: “Esto es crucial desde el punto de vista científico porque una de las principales fuentes de rayos gamma son los centros galácticos, y el centro galáctico más cercano es el de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, que solo se puede observar desde el hemisferio sur. Además, este proyecto permitirá estudiar tanto los fenómenos más grandes del Universo como la naturaleza de la materia a escalas subatómicas. Por ejemplo, aunque sabemos que existe materia oscura en el Universo, aún desconocemos su composición. Podría ser que cuando esa materia colisione, emita rayos gamma, lo que nos permitirá detectarla de forma complementaria a los grandes experimentos de partículas, como los que realiza el CERN”. Alejandra Pizarro, directora nacional de ANID, subrayó la importancia del Parque Astronómico Atacama como sede del observatorio: “No es casualidad que el Estado haya invertido en conocimiento, investigación, ciencia y tecnología durante todos estos años. Nuestro parque, administrado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, acogerá este ambicioso proyecto, que involucra a 14 países y una financiación de 60 millones de dólares”. César Ocampo, gerente general del Parque, enfatiza que la principal ventaja del sitio es su protección, lo que permite albergar proyectos a largo plazo. “Nuestra misión es proporcionar la infraestructura necesaria porque todos estos proyectos requieren energía, comunicaciones, fibra óptica”, explicó. Desde Michigan, Estados Unidos, Petra Huentemeyer, vocera del SWGO, confirmó que la elección de Chile como sitio de instalación cumple con los “principios de sitios responsables”. “Para nosotros es fundamental contar con el compromiso y el respaldo de las comunidades locales donde estamos construyendo, ya que en Estados Unidos hay una gran conciencia sobre estos temas”, afirmó. Las instituciones chilenas que han manifestado su interés en colaborar incluyen a universidades como Chile, Antofagasta, La Serena, Metropolitana de Ciencias de la Educación, Andrés Bello, Adolfo Ibáñez, Técnica Federico Santa María y del Bío-Bío. También se suman científicos de otras universidades como la Católica del Norte, Santiago, Finis Terrae, además del Centro Científico Tecnológico de Valparaíso, el Centro CATA, Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines y el Instituto SAFIR, un Instituto Milenio de física de partículas. Bruno Dias, presidente de la Sociedad Chilena de Astronomía (SOCHIAS), destacó el logro que representa para Chile: “Al final de esta década, seremos el epicentro mundial de la astronomía en términos de telescopios ópticos e infrarrojos, concentrando la mayor capacidad astronómica del mundo. Para ilustrar, en los últimos 10 años hemos triplicado el número de universidades en Chile que realizan investigación astronómica, y esto seguirá creciendo”.